domingo, 20 de febrero de 2011

Cristo de las Ánimas de Tarifa

Fuente: Tarifaaldia.com

Juan A. Patrón Sandoval - Agustín Pina Calle 13/02/2011

El pasado Lunes día 7 del presente mes de Febrero se devolvió al culto tras su restauración la imagen del Santo Cristo de las Ánimas de la Iglesia Mayor de San Mateo de Tarifa, un crucificado que se corresponde con el Cristo Yacente del antiguo Santo Entierro tarifeño, y que tras años retirado del culto, ocupa un nuevo retablo-dosel colocado en la capilla de San José de la referida iglesia mayor de Tarifa.


La imagen se encuentra atribuida documentalmente desde 2006 al afanado escultor malagueño Fernando Ortíz, quien la habría realizado en su época más temprana, entre 1737 y 1745, y por lo tanto menos conocida. Así, pese a que se observan algunas diferencias con el quehacer conocido de Ortíz, las evidencias formales y estilísticas descubiertas durante la restauración a la que le ha sometido el restaurador jerezano Agustín Pina Calle, a cuyo taller se trasladó la imagen en marzo de 2009, es posible asegurar sin lugar a dudas que la imagen del Santo cristo de la Ánimas de Tarifa se trata, efectivamente, del antiguo Yacente del Santo Entierro.


Por otro lado, es conocido igualmente que dicha devoción era costeada en la primera mitad del S-XVIII por el teniente de alcaide del Castillo de Tarifa, Nicolás Chirinos, quien de hecho reconocía en un codicilo fechado en 1745 estar debiendo aún a Fernando Ortíz, "maestro estatuario de la ciudad de Málaga", cierta cantidad.

Restauración.

Durante el desarrollo de la restauración se han llevado a cabo los siguientes trabajos:

Fijaciones.


La primera de las actuaciones llevadas a cabo fue la fijación generalizada de la policromía, dado el delicado estado en el que se encontraba la adhesión de la misma al soporte. se realizó mediante el empapelado con coletta italiana y el planchado con calor. Lo grueso del repinte de cal que cubría el conjunto impedía en algunos lugares la penetración efectiva del fijativo. esto, unido a que algunos lugares la cohesión de la propia preparación era muy deleznable, probablemente por un déficit de cola en la ejecución inicial, obligó a repetir este proceso de fijación alternativamente con la limpieza en casi toda la superficie, ralentizando de esta manera toda la intervención de forma notable.


Limpieza.

Tras realizar las oportunas catas se pudo comprobar que el repinte que cubría de forma integral la policromía se componía de dos estratos muy similares en cuanto a composición y colorido, con una fuerte cohesión entre ambos. De una gran dureza, se mostró inalterable a la acción de disolvente alguno, razón por al que su eliminación se realizó de forma mecánica y a punta de bisturí. Esta es la razón, junto con la necesidad de ir realizando fijaciones puntuales de forma continuada, de que en esta fase de la intervención se consumiera prácticamente el noventa por ciento del total del tiempo empleado.



Consolidación de ensambles.


Dado el estado en el que se encontraban un buen número de las líneas de ensamble se optó por el levantamiento de los más abiertos (en las piernas) para permitir introducir en las zonas de unión espigas de refuerzo antes de recolocarlas en su lugar, empleando acetato de polivinilo como adhesivo y engatillando. En aquellos cuyo estado era más firme y la presión permitía recobrar la unión entre los planos, se inyectó el mismo tipo de adhesivo antes de engatillar convenientemente.

Reconstrucción de soporte.

Las lagunas de soporte existentes, pese al mal estado de la obra, suponían solo un pequeño porcentaje que se concetraba en las últimas falanges de los dedos de ambas manos, excluidos los pulgares que se conservaban íntegros, y en la punta del dedo gordo del pie derecho. Todos estos elementos se han reconstruido con pasta de madera.

Estucado.

La reposición de los estratos de preparación en aquellos lugares donde el original había desaparecido se abordó mediante el empleo de un estuco realizado a base de coletta italiana saturada de sulfato de cal aplicado a pincel. Una vez seco, se eliminaron los excesos mediante bisturí procediendo al enrasado con el nivel de la policromía original.


Reintegración de lagunas de policromía.

La reintegración de las lagunas de policromía se abordó mediante el empleo de técnicas acuosas. Como criterio de aplicación se comenzó mediante una tinta plana para aproximar el color. Posteriormente sobre ésta se aplicó un rayado de varios tonos hasta conseguir la integración con las particularidades del colorido circundante.

Protección final.

Como protección superficial tanto a la policromía original como a las reconstrucciones se aplicó un estrato superficial de resina dammar en esencia de petróleo.




Articulación de los brazos.


En la documentación notarial que permite la identificación de la obra se especifica que ésta se empleaba en la ceremonía del Descendimeinto, presentando articulados los hombros para permitir la conversión de crucificado en yacente.

Así, aunque cuando la obra llegó al taller presentaba los brazos fijos mediante clavos, estos ha resultado ser de ejecución moderna, presentando los brazos en la zona de la axila un rebaje en el soporte realizado para alojar una bisagra. La parte de éstas que se fijaba al cuerpo no tenía forma de pletina sino de clavo, como se comprobó al extraer el extremo de la conservada clavada en la axila derecha. Además, al levantar los brazos durante la intervención se pudo comprbar que no existían señales de que las extremidades hubiesen estado fijadas al cuerpo de forma diferente. Esa es la razón de que, buscando ser fiel a la concepción original de la obra, se estimase imprescindible restituir la movilidad de los brazos. Para ello se han realizado ex profeso unas bisagras en acero inoxidable que, en este caso, se han fijado tanto al brazo como al cuerpo en la zona de la cara interna de la articulación.

Por último, dado que la recuperación de la movilidad de los brazos y la consolidación de la multitud de piezas en las que se habían fracturado los hombros, la posición de los primeros resultó levemente modificada, fue preciso reajustar los orificos de fijación a la cruz, ya que estos respondían a la posicíón inmóvil. Dicha circunstancia nos reafirma en la sospecha de que la cruz actual no es en efecto original. No obstante, se ha optado por su conservación, dado que, además de ser de buena ejecución, el hecho de que lleva desde al menos comienzos del siglo XX sirviendo de soporte a la imagen asegura que está estabilizada con ella y que no va a ser fuente de nuevas tensiones, como sí podría ocurrir con una pieza de nueva realización.